El organismo de los reptiles muestra una de las estructuras biofísicas más avanzadas entre los animales de nuestro planeta. Una prueba más de esta afirmación es la utilización de su “tercer ojo”(ojo pineal), una especie de parche constituidos por células fotosensibles, como compás que les permite mantener permanentemente su ubicación y jamás extraviarse, siempre guiados por la ubicación del sol. Este receptor es muy común en muchos lagartos como iguanas, anolis etc.
Esta especie de
órgano provoca que un reptil conozca siempre su camino mientras
Ampliación del
ojo pineal de una iguana.
navega por los desiertos, regiones semiáridas y tropicales,
de todo el mundo. El ojo pineal, funciona como una especie de brújula
perfectamente calibrada con el sol, que invariablemente los guía con una precisión
envidiada incluso por los más avanzados instrumentos de localización
geoespacial.
A parte de los
reptiles hay otros animales como ranas, sapos y lampreas, aunque es una versión
menos desarrollada. El ojo pineal no se presenta ni en aves ni en mamíferos.
Los humanos también contamos con un órgano parietal, como se
conoce en el argot médico. Sin embargo, en nuestro caso, está cubierto por
nuestro cráneo por lo que sus cualidades se matizan bastante, y si bien es
esencial para el procesamiento espacial de nuestro cerebro, no nos sirve como
brújula, por tanto no se puede considerar igual al “tercer ojo” de los
reptiles.
Desde hace miles de años existen meditaciones y ejercicios
para trabajar la revelación de nuestro “tercer ojo”. Esta es una práctica
popular en algunas religiones orientales y en ciertas técnicas como el
despertar del Kundalini.
Este órgano atrofiado que poseemos los humanos es otra
prueba de nuestro parentesco con los reptiles.
Todo esto convierte el “tercer ojo” de los reptiles en un
órgano importante en el estudio de la evolución humana, además de la gran
capacidad de supervivencia de muchos de los reptiles de nuestro planeta.
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